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Un Nepal para no olvidar

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Katmandú, Nepal

Nunca he encontrado el momento de editar las fotos del viaje a Nepal. Me prometí a mi misma que no me iría del país sin haberlo hecho. Pero el tiempo no jugó a mi favor y pasó a ser una tarea más de mi larga lista de cosas pendientes.

Hoy, cinco días después del terremoto que se ha llevado por delante miles de vidas y un patrimonio de valor histórico incalculable en menos de 40 segundos, he vuelto a abrir los archivos que captaron el Katmandú de hace 6 meses.

Todo parece en su sitio. Atascado en el pasado, como si no hubiera cambiado en mucho tiempo ni lo fuera a hacer.

Frenético, ruidoso y contaminado. Saturado de sensaciones, colores y aromas. Recuerdo que caminar entre sus calles sin asfaltar se convertía en una auténtica expedición diaria en formato horizontal. Un caos altamente adictivo.

No quería perderme ni un solo rasgo de su fascinante fisonomía. Cuánto misticismo e historia concentrada en tan poco espacio. No sabéis cuánto disfruté fotografiándolo.

He de reconocer que lo mío con él no fue un amor a primera vista. Pero solo hizo falta insistir un poquito para que saltase la chispa y, casi sin quererlo ni beberlo, me vi conquistada por su historia, su cultura, sus templos y por todos aquellos que lo llenaban de vida. Vamos, que me echó el lazo (y no fue difícil).

Todavía no me había ido pero algo me decía que quería regresar.

Katmandú, Nepal

Vuelvo al presente. Desafortunadamente, las imágenes que llegan desde allí muestran algo completamente diferente y surrealista. Después de cinco jornadas, sigo sin creérmelo.

Me empeño en intentar reconocer todos esos lugares que me embriagaron. Pero me es imposible. Están desfigurados bajo una pila de escombros. Se me parte el alma.

Pienso en las caras anónimas con las que me crucé. En aquellos a los que conocí y en aquellos a los que no tuve el gran placer de hacerlo. En los niños, en los aldeanos, en los monjes, en los tibetanos refugiados. En los viajeros descubriendo los mismos rincones que me enamoraron. En los montañistas embriagados por esa naturaleza tan abismal que vive en Nepal. También en los animales que campan a sus anchas por todo el territorio.

Tenía la firme convicción de que cuando regresase al cabo de los años, seguiría ahí, tal y como lo dejé la última vez que le dije hasta pronto… Caprichosa y violenta naturaleza. Siempre estás ahí para recordarnos lo vulnerables que somos.

Hemos sido testigos de una catástrofe natural enorme que se ha cebado con uno de los lugares más pobres y vulnerables del mundo. Inevitablemente y por un tiempo, tocará enfrentarse a la realidad dolorosa del desconcierto y del no haber. Empezar desde cero no es nada fácil porque las heridas de este calibre tardan mucho en sanar.

Aún y así, tengo la firme convicción de que los nepalís son un pueblo tremendamente fuerte, con luz propia y un sentido de la comunidad envidiable. Han sabido apañárselas al margen del gobierno durante muchos años. Lo hicieron después del terremoto de 1934, y lo volverán a hacer. Y es más, ahora cuentan con un mundo entero que les mira y puede apoyarles.

Nepal, pronto editaré tus fotos. Y cuando lo haga, a pesar de que serán un recuerdo virtual de un pasado muy presente, repasaré con mimo cada curva y cada recta de lo que fuiste para no olvidarme nunca de lo grande que sigues siendo.

¿Y qué podemos hacer para ayudar?

Muchos de nosotros nos sentimos especialmente vinculados con el país pero seamos sinceros: por más que deseemos estar allí presentes para echar una mano, lo que ahora mismo precisa Nepal y su gente es dinero.

Sólo hay un único aeropuerto internacional para todo un país y éste se debe utilizar con sabiduría: las prioridades son las de permitir la entrada de suministros y de personal cualificado, y facilitar la salida de aquellos que necesiten ser evacuados y requieran de asistencia urgente.

Nepal está roto y necesita urgentemente de una respuesta solidaria. Más de 8 millones de personas se han quedado sin nada. Los tiempos que vienen para sus supervivientes son muy duros. La necesidad seguirá estando (y por muchos años) aún cuando la novedad haya pasado.

Desde nuestra posición privilegiada, podemos arrimar el hombro aportando un granito de arena, ahora y más adelante. Por pequeño que sea, supondrá algo tremendamente significativo.

PD: Si conoces otras vías o medios fiables para colaborar, por favor, no dudes en darlos a conocer.


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